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David lo siguió, gritando:

—¡Majestad!

Saúl miró hacia atrás y vio a David postrado rostro en tierra e inclinándose. David le dijo a Saúl:

—¿Por qué escucha Su Majestad a los que dicen que yo quiero hacerle daño? 10 Usted podrá ver con sus propios ojos que hoy mismo en esta cueva el SEÑOR me lo había puesto a usted en mis manos, pero no quise matarlo. Le respeté la vida, y dije: No le haré ningún daño a mi señor porque él es el rey que el SEÑOR eligió.

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